19 may 2015

Siniestros

A esta hora empiezan a pesarme los ojos, las horas de vida desperdiciada, y estoy cansada aunque no he hecho nada una vez más, ni un solo paso al futuro, ni un pequeño triunfo que saborear mientras intento entrar en el sueño. Nada. El vacío profundo, aterrador, me calza como un guante siniestro la desesperanza, la apatía hacia casi todo el mundo. Me duele el cuerpo de estar tan acomodada a esta rutina estando tan incómoda. Aquí, allá, incómoda en mi propio cuerpo que va haciéndose viejo como el día se hace noche.

Me duelen los ojos, los colores me están matando día a día. A esta hora he absorbido tantas imágenes mudas que creo que estoy lista para renunciar a mi facultad de ver. Fotografías, me seducen, las acepto, me enamoran, pero son demonios que entran en mi sangre para matarme. No, la fotografía nuca va a mostrarme la salida, sigo en esta caverna dibujando sombras. Lo supe hace mucho; que la luz viene de las sombras, y la fotografía no sirve para sanarme, no va a librarme de mí.

Taxidermia


Yo también tengo historias que contar, pero antes de todo estás tú. Como una mariposa encerrada en un frasco, exhausta de mover las alas y no volar a ningún lado. Como los pájaros muertos que guardo en el congelador; inmóviles, el corazón seco, los ojos vacíos, mi alma está atrapada en una vida que no deseé.

Escribir

Ya no vengo por aquí, hace cuánto tiempo. Me pone triste remover estas palabras hechas escombros. Entro en mi mente y me encuentro una habitación vacía, ya no hay nadie aquí -me digo- no hay nada, parece que susurra el eco de mi voz en el silencio.

Poco a poco me fui quedando muda, la vida comenzó a ir tan rápido que olvidé la costumbre que tenía de mirarla desde lejos, lejos de todo y muy cerca de mí. Ese hábito de asumir con naturalidad una existencia poética se volvió ajeno.

Ahora enfrentada a esta página vacía me siento de nuevo entrando a un mundo desconocido. No hay regreso posible, no hay atajos, la única manera de volver a escribir es empezar con la página en blanco.