20 jun 2011

Un cita con mi psiquiatra.



Tengo miedo. Hace tanto que no lo veo, que no nos miramos a los ojos, que no miro por la ventana buscando un espacio donde esconderme mientras él me mira a los ojos y habla, poniendo atención en todo lo que no quiero decirle.

Me veo subiendo la escalera hasta el quinto piso porque nunca confié en los ascensores. Primero me dirijo a ella y la saludo, pero nunca parece acordarse de mí, me dice que lo espere y eso hago, retraída y minúscula, tratando, sin suerte, de esconderme en mí misma, como si con cada peldaño que subo mi valor se fuera quedando dos peldaños más atrás. Tiemblo un poco cada vez que escucho el rumor de una puerta que se abre y no es la suya. Hasta que alguien sale en silencio y es mi turno de entrar.

Ha pasado mucho tiempo, no se debe acordar de mi nombre -pienso- ha pasado demasiado tiempo, ojalá haya olvidado que hicimos un compromiso, igual que yo olvidé que iba a cumplirlo. No sé si me anime a hablarle sobre mi viaje, o si quiera escucharlo, no sé si sea capaz de decir lo que necesito, lo que me trae de vuelta al lugar del inicio...




17 jun 2011

Nieve en mis guantes


Nieve, no era. Era un salpicón de merengue del helado de mi amigo. Hacía tanto tiempo que no íbamos al mall, que ya ni recordábamos la divertida sordidez de observar el comportamiento de la gente feliz. Es buen ejercicio en tiempos como estos: entrar a las tiendas, recorrer sus pasadizos con miedo de mirar todo eso que no podemos comprar y tampoco nos haría más felices, jugar, reir, creernos ellos, sentirnos otros, parecernos a la gente feliz que observamos. Después dar vueltas de piso en piso, ir al baño, odiar a las mujeres que se quedan conversando ahí dentro, tratar de verme lo menos posible a mí misma en los espejos, y a las niñas escolares tomándose fotos, lavarme las manos y dejarlas secarse con el aire. Después pedir un helado y que la vendedora me lo bañe en chocolate. Sentarnos, mi amigo y yo, tan callados como siempre. No sé si él es más feliz ahora comiendo sus papas fritas, pero sé que es la primera vez que yo pruebo un helado bañado en chocolate.

13 jun 2011

Nada, yo no quiero nada



Afuera hay algo que parece tragarse todo y no es la niebla. Evito salir, sobre todo de día. Me paso las noches sentada en el living, entablando mudas conversaciones conmigo misma. Dejo la tv encendida y sin volumen sólo para ver algo moverse cerca de mí, aunque no sea en la misma dimensión. Así es cada noche, y cada día es como un año perdido. Adentro es el silencio lo que se traga todo. Más allá el resto duerme, estudia, se divierte, ama, hace algo. Yo aquí aprendo a vivir en el frío, practico la inercia y me sale bien. Quizás son los colores los que no combinan conmigo o todo es demasiado claro, demasiado crudo para dejarme dormir. Miro la pantalla en blanco pensando en escribir algo y no escribiendo nada. Creyendo que espero algo y no esperando nada. Sin querer creer en nada y no creyendo en nada, viviendo en pausa, perdiendo las ganas, quedándome lejos, omitiendo palabras, perdiéndome en el tiempo no queriendo nada.


4 jun 2011

Tiempo hecho espacio



Ha llovido demasiado afuera, adentro nos vamos secando el dolor y en su lugar creando el vacío. Dejamos de preguntarnos qué tuvo mayo, que de pronto se vino tan triste. O por qué todos los días me olvido de algo, ni por qué tan seguido ya no quiero nada...