11 ago 2011

La memoria de los sentidos

Esa mañana escribí sobre una ciudad demasiado fría para recorrer a solas. La tarde que le sigue di un paseo inesperado. La escarcha brillaba en la calle con la secreta timidez de las estrellas jóvenes, sin embargo no sentí frío, ni hambre, ni cansancio, sucede cuando lo extrasensorial se apodera del control que a menudo tienen los sentidos, y los vuelve inútiles. Es como crear un submundo. Vaciar una calle. Dejar en silencio una ciudad. Pausar los recuerdos para evadir la tristeza. Es todo, menos detener el tiempo, porque el tiempo del que hablo nunca es suficiente. Si pudiéramos hacerlo no habría despedidas, promesas, no habría emociones, sólo quedarnos quietos, llenos de aburrimiento. Huérfanos de sentido hasta olvidar que había uno. Así es como por las noches, a veces, me enamoro un poco.

En la ventana dibujo una tristeza nueva; una puerta cerrada, un vidrio roto. Llueve afuera y oscurece despacio, no siento frío. Toda mi música, de pronto se oye nueva, pero ya no dedicaré canciones, no escribiré poemas, mantendré muerta toda expectativa, ¿para qué volver a abrir las posibilidades de dolor? No quiero morir como Renée Michel y su elegancia de erizo; una mañana cualquiera, por fin dispuesta a amar.

3 comentarios:

Cristian Briceño González dijo...

Lejos, la frase que más me gustó fue la de crear un submundo. Y, por otra parte, el tiempo no existe; por lo tanto, dibujar figuras en el aire es posible, olvídate de la plataforma del 'tiempo'

:D

JGV dijo...

Muy buena la entrada... y muy bueno el libro "La elegancia del erizo"!!! Saludos! :)

Anónimo dijo...

hola soy un admirador secreto... eres muy bella y lo que escribes lo refleja :)