9 dic 2010

Ventana azul


Le digo que me gusta su ventana porque parece que siempre es amanecer. Él no dice nada, se ríe a veces, mientras lava la loza apilada en el lavaplatos. Lo que quiero decirle es que me gusta él, pero sólo le digo lo mucho que me gusta su persiana azul. Hace poco llegué, por eso la timidez de siempre, que no consigue ahuyentar el beso con que minutos antes nos dijimos hola en la puerta de calle.

Se ha hecho rutina, pero una rutina tan dulce que sería incapaz de causar hastío a nadie. Cada día la distancia crece un poco más cuando camino a su casa. Lo llamo desde la esquina para darle tiempo de subir a abrirme aunque, de alguna forma, siempre llego antes. Veo su silueta en movimiento a través de las rendijas del portón y el sonido eléctrico de éste al abrirse despierta otra vez mis signos vitales casi detenidos.

Nos saludamos y, entonces, descendemos en fila la pendiente del sendero: él, yo, mi nerviosismo adolescentes y ese miedo tonto de los primeros encuentros. Al entrar me quito la cartera y la dejo caer en el sillón o sobre la mesa, más tarde me sacaré los zapatos y me pondré sus calcetines de lana que ya son míos.

Como para distraer la tensión que me paraliza voy examinando en silencio los rincones llenos de objetos que convierten el espacio en suyo, y él, que no sospecha que también quiero ser suya apenas he entrado a su casa, deambula por ahí desapareciendo a ratos, advirtiendo el secreto riesgo de amar lo que no se tiene.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bonito. :) Adelante! Sin miedos muá

JGV dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
JGV dijo...
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Unknown dijo...

Me encanta , es hermoso!
Me gusta lo que escribes!

Un saludo!